Muchos son los caracteres naturales que distinguen al Hornero, pero su constante aplicación, diligencia, cuidado en realizarlo todo a su debido tiempo y esa fidelidad casi exasperante para con su pareja lo imbrica como el más grande de todos. Reseñamos aquí algunos rasgos distintivos del inefable pájaro:
Maestro de albañilería: ¡De allí dimana su nombre vulgar! pues el técnico (o científico) es "Furnarius leucopus". Él aguardará siempre el arribo de la estación más lluviosa del año ya que depende del lodo como elemento básico para construír su casa; siempre redondeada, con forma de horno, amén de fuerte y resistente. También utilizará guijarros, cañas de esparto y abundante hierba.
Naturalmente su propio pico y patas han de ser las únicas herramientas para realizar la obra de ingeniería más importante entre los plumíferos. Esta labor dará por resultado un cómodo y bien proporcionado hábitat cuyo peso variará entre los cuatro y cinco kilogramos. Pero, como muestra la fotografía, será distinto de todo otro. Al recinto se ingresa a través de una ranura en forma de ojiva (siempre dispuesta al lado izquierdo del edificio).
El habitáculo consta de un pasillo de acceso y una "cámara nupcial". En contraposición al rústico contorno exterior de la casa sus paredes internas se hallan pulcramente alisadas; esto prueba que el constructor puede diferenciar perfectamente aquello que -en sí mismo- tiene el complemento de la perfección.
Dignidad de grande: Al llegar la primavera cuatro pequeños huevos blancos han de vestir la sala durante quince dias, tiempo en que ambos padres se turnarán, sin contradicción ni disgusto, para mantenerlos calientes hasta culminar su incubación. Los polluelos serán educados por la pareja con derroche de cuidados y especial vigilancia hasta que los pequeños arriben a su adultez. La independencia vendrá transcurridos sesenta dias, luego toda la familia abandonará para siempre la propiedad del inmueble.
Este ejemplo de vigor y ánimo causal de tantos desvelos (talvez propuesto para que otros lo imiten) viene hasta el presente -como en muchas de nuestras vidas- sirviendo a terceros desprovistos de tales condiciones o simplemente adoradores de la vagancia. El siguiente otoño ha de hallarlos nuevamente sumergidos en el fango reproduciendo la misma obra de arte, cantando y engendrando; en otras palabra dando cátedra de decoro desde su elevado asiento en la cadena de los seres vivos.
Otras cualidades que lo destacan: Su modo de ser despierta simpatía y su carácter nos atrae y nos alegra. Es el Hornero un madrugador obstinado, como si pretendiere ganar tiempo en su empresa de vivir, esto -y mucho más- lo anticipa a la acción del resto. Junto a su única compañera -de toda su vida- canta a dúo con ella trinos cortos pero muy agudos y así prosigue hasta que la muerte los separe. Luego de cada recital es el macho quien se posa sobre la casa erguido cual un militar, aunque por otros motivos jamás se detiene; no lo hace procurando soltar una carga que a cuestas se trae, no lo hace para descansar aunque necesite tomar aliento.
Imprevistamente suele emprender vuelos breves en derredor de su vivienda y finalmente, operando con sus redondeadas y cortas alas, iniciará una maniobra de descenso sobre tierra firme, aterrizará y andando a saltitos -juntas las patas- y presentando un comportamiento nervioso, buscará el diario alimento para su descendencia; envés la hembra lo obtiene sin colaboración.
Si por un instante nos permitimos parametrar a este espécimen con los humanos hemos de observar que muchos de los factores que se toman como necesarios para valorar nuestra conducta le son aplicables. !Una vez ocurrió! Vean ustedes como fue: Un diario capitalino, que bien pudiere haberse llamado "El Mundo"; "La Razón", "La Prensa", "El Debate", "Crítica", "La Nación" o cualquier otro, regenteado por un director inspirado, decidió averiguar los diferentes estados de opinión entre la población de niños que cursaban la enseñanza primaria en todos los establecimiento del país en el ya lejano 1927.
Se inquirió sobre una cuestión de hecho puntual: "Por sus características. Por sus cualidades. Por sus propiedades: ¿Cuál debe ser considerada AVE DE LA PATRIA?.
La respuesta no se hizo eperar. Más de cuarenta mil alumnos se expresaron. La encuesta se rotuló "exitosa, estimulante y creativa". Propusieron algunos el monumental Cóndor, con su metro de longitud y tres de envergadura. Otros inclinaron su preferencia hacia el zancudo y alborotador Teruteru (comunmente denominado Tero). El veloz corredor de las llanuras llamado Ñandú fue dignamente considerado.
Nuestro enorme, lento y erguido Centinela de La Pampa, francamente apreciado por el Gaucho argentino y mejor conocido como Chajá gozó de gloria y alabanzas. El sexto lugar le cupo al popular y melodioso conirrostro que llamamos Chingolo. Pero la expresión pública se pronunció por este pequeño genio (que gratamente hasta aquí nos ocupa) por más de diez mil votos y es desde entonces , oficialmente: ¡PÁJARO NACIONAL!.
Fuente: pampasargentinas.com